¿Qué es el Asperger?

El Síndrome de Asperger, descrito por primera vez por el pediatra austriaco Hans Asperger en 1944, está considerado como un Trastorno del desarrollo neurológico que forma parte de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) caracterizado por dificultades significativas en el desarrollo social, emocional y conductual.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) nos informa que 1 de cada 160 niños tiene TEA (Abril, 2017), siendo 4 veces más común en hombres que en mujeres.

Puede haber diferentes grados. Sin embargo, las principales características son:

  • Dificultades en la comunicación verbal, comunicación no-verbal e interacción social, dando lugar a errores en la comprensión de intenciones ajenas y especialmente “dobles intenciones” o  ponerse en el lugar de los demás (empatía).
  • Utilización de un lenguaje poco habitual y de forma literal, con dificultades para comprender las ironías, chistes y bromas.
  • Patrón inflexible mental y comportamental. Pueden presentar intereses restringidos mostrando un intenso interés en temas limitados. También muestran dificultades ante los cambios de rutina.
  • Comportamientos estereotipados y repetitivos. Suelen adquirir movimientos repetitivos y en ocasiones presentar tics faciales (generalmente coincidiendo con momentos de mayor nerviosismo o ansiedad). También pueden presentar dificultades en la coordinación motora.
  • Respuesta inusual a los estímulos: pueden ser extremadamente sensible a ciertos sonidos así como a determinados estímulos visuales, táctiles, de olor o sabor.

Actualmente, no existe un tratamiento estándar para el TEA, sin embargo hay muchas maneras de maximizar la capacidad del niño para crecer y aprender nuevas habilidades. Cuanto antes se comience, mayores son las probabilidades de tener más efectos positivos en los síntomas y las aptitudes. Los tratamientos incluyen terapias de comportamiento y de comunicación, desarrollo de habilidades y/o medicamentos para controlar los síntomas.